Sobre los problemas del Amor en la actualidad
En la modernidad, como se puede apreciar, la idea del amor se ha deformado bastante a como la concebía Platón. Ahora la no diferenciación del amor con la atracción ha llevado a las personas a creerlas como sinónimas y por ello se cree que cualquier atracción hacia algo sea lo mismo que a estar enamorados. Las personas están deseosas por estar enamoradas ya que así podrán llegar más rápido a la felicidad. El no saber si uno se encuentra enamorado o no complica esto último ya que, al no saber cuáles sentimientos son los que nos señalan cuando estamos enamorados, solemos tomar dos vías: o todos nuestras sensaciones, emociones y sentimientos apuntan siempre a que nos estamos enamorando cada vez, o siempre nos están mintiendo y en verdad nunca sabernos lo que es el amor. Las dos opciones son demasiado opuestas y extremas, como si las personas no supieran —o no quisieran saber— sobre el equilibrar las cosas, saber el término medio por usar una categoría aristotélica.
El llegar a estos extremos apunta a que se las personas han sido educadas con una concepción utilitarista del amor. De acuerdo con ésta las personas creen que con el amor podrán llegar más rápido, e incluso que éste es el único medio, para llegar a la felicidad. El sentir que nos aman es algo grandioso, con él se puede sentir una alegría inmensa, lo cual se confunde con la felicidad como fin mismo. Pero todo esto es a causa de las emociones, las cuales no podemos entender.
El llevar al extremo las sensaciones que tenemos del amor es consecuencia de no saber reconocerlo. La vida actualmente, en apariencia, va demasiado rápido y nos obliga a tomar decisiones igualmente rápidas. El espacio para la reflexión se ve reducido, si no es que extinguido; las decisiones que se deben tomar tienen que ser rápidas y simples. Es por eso que las personas no se toman el tiempo para reflexionar sobre el amor, simplemente lo desean tener, como si fuera algo que se pudiera obtener en las tiendas de autoservicio. Podemos culpar a nuestra época acelerada sobre nuestra ignorancia sobre el amor, ya que en la época en la que Sócrates vivía la vida transcurría de un modos más lento, esto ayudaba a tener momentos de reflexión en los cuales uno podría —quizás— tomarse el tiempo para reflexionar sobre su vida amorosa. Lamentablemente no existe ningún manual o instructivo que nos indique cómo es que debemos amar y cómo podemos darnos cuenta cuando nos encontramos enamorados. Esta sería también una salida fácil para estas cuestiones sobre el amor.
El amor no es ni la única vía ni la más fácil para poder llegar a la felicidad. Entonces, ¿por qué las personas insisten en el amor como camino hacia la felicidad y el bienestar emocional? La creen más fiable porque es la que más emociones y sentimientos hace surgir. El sentirse feliz, nostálgico, enojado y en éxtasis al mismo tiempo, sólo puede ser gracias al amor, o al menos eso es lo que se cree. Al tener esto en mente —aunado a la educación que tuvimos en nuestra sociedad— el amor es concebido como el mecanismo más sencillo para la felicidad del hombre. Una vez que nos sentimos supuestamente enamorados, podemos escoger los sentimientos que más nos sirvan y desechar los que no, para así poder sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Esto nos dice entonces que la concepción del amor que se tiene es individualista: queremos que nos amen y no amar. Sin embargo, para que nos amen tenemos que amar nosotros también, es por eso que lo hacemos, no por sólo ser correspondidos.
Esto ha provocado que la idea del amor —la admiración de las virtudes de lo otro— se tergiverse: ahora en vez de admirar, lo que hacemos es desear. Deseamos las cualidades y virtudes de lo otro para poder tenerlas nosotros mismos. La mujer fanática de las compras desea amar a los objetos que ella adquiere porque así le darán más estatus social frente a sus amistades. Un hombre ya grande se enamora de una mujer mucho más joven que él porque desea volver a su juventud. La admiración ya no tiene cabida en el mundo moderno, ya que para admirar se necesita estar en un modo pasivo, reflexivo, estático, y eso es lo que menos podemos hacer en este mundo agitado.
Tanto Sócrates como Fedro salen de la ciudad para hablar del amor. Esto nos dice que la ciudad no es el lugar ideal para hablar sobre este tema, ¿por qué será? La ciudad está formada por leyes y reglas las cuales tienen que seguirse. Estas leyes son las que nos dicen cómo es que debemos comportarnos como sociedad. El salir de la ciudad hacia lo agreste, lo natural, lo no regido por las leyes humanas, sino por las leyes naturales, nos dice que el amor no debe ser encasillado por las leyes humanas. El querer deformar el amor y tratar de modificarlo para que quepa en nuestra sociedad, con nuestras leyes —las cuales de una extraña manera nos dicen que debemos hacerlo todo de una manera eficaz— sólo provoca que se tenga una mala concepción de él, lo cual repercutirá en una confusión sobre la forma en la que amamos—como lo estamos viendo hoy día—.
Conclusión
Vemos pues que el amor en la actualidad se encuentra corrompido por la mentalidad de las personas al creer que el amor es el único medio para poder llegar a la felicidad. Pero el problema no acaba allí, ya que la felicidad también se encuentra deformada; ahora se trata de una felicidad material, hedonista, utilitarista en el mejor de los casos, pero a fin de cuentas se trata de una felicidad vana. Se creería que el problema del amor es entonces la felicidad, pero esto no es así, se trata de un problema compartido entre los dos.
El hecho de que se utilice al amor como medio para poder llegar a la felicidad viene de la misma necesidad de la felicidad de ser material, es decir, las personas actualmente se encuentran en una vida que —según ellos— carece de sentido —espiritualmente hablando—. Esto, aunado al vertiginoso mundo de la vida diaria, provoca que la gente busque la salida más fácil para llenar ese sentido vacío de su vida y ésta es la material. Es por eso que el amor es tomado como base para poder llegar a esa felicidad material, ya que la atracción y la supuesta admiración —que ya dijimos que se tergiversa por el deseo de— son en primera instancia sensible y material. Por ello el amor se encuentra deformado respecto de la idea original que concebía Platón.
El amor debe ser regresado a su condición de admiración y no de deseo para que pueda funcionar de manera óptima, es decir, llevar el amor hacia la forma como la concebía Platón y que así funcione como debe de ser. El amor tiene que ser desmentido como sólo una forma de hacernos sentirnos bien y darnos cuenta que es algo más que eso: algo que nos hace sentir uno con lo demás, al admirar sus cualidades y virtudes tratando de conservarlas para el bien de lo demás.